Espectacular vista de Muxía para peregrinos por el Camino de Santiago



HdC. Llegar a Muxía, en la Costa da Morte coruñesa, es todo un lujo. Requiere ánimo, fuerza y convicción, porque una vez en Santiago de Compostela, con el cuerpo acusando los kilómetros, animarse a seguir el Camino durante cuatro días –algunos lo hacen en tres- no está al alcance físico ni sicológico de cualquiera.


El realce de Muxía como destino jacobeo es reciente. Cierto es que en la historia figura como enclave mariano, y ahí está el recuperado santuario de la Virxe da Barca para confirmarlo silenciosa y graníticamente. Pero cierto es también que peregrinos que acudían a postrarse a los pies del Apóstol acabaron ahí.

Lo que pocos, muy pocos, hacen es, una vez en el santuario, continuar un par de cientos de metros más. Porque no saben que existe, por falta de fuerzas o porque el Atlántico llena la retina. Pero siguiendo hasta el  monumento llamado A Ferida, y que recuerda el zarpazo del “Prestige”, arranca a la izquierda un caminito que cada vez se hace más estrecho, serpenteante rocas arriba pero sin entrañar grave dificultad. Remata en un alto, a 68 metros sobre el nivel de las olas. Eso es O Corpiño, un hito del Camino de Santiago con Muxía a los pies. Muy recomendables.

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