Calvor, en el Camino Francés lucense, de castro prehistórico y monasterio visigótico a iglesia decimonónica




HdC. Es comúnmente sabido que el Camino Francés deja atrás O Cebreiro y luego el peregrino gana en una jornada Triacastela, donde la Ruta jacobea se bifurca: por la izquierda ofrece demasiado asfalto, pero también el gran monasterio de Samos. Por la diestra –traza de mayor valor histórico- serpentea para cruzar aldeas y lugares que no aparecen en los grandes mapas: Zoo, Pintín, Calvor… Es justamente ahí, en Calvor, donde hace dos milenios los habitantes de lo que hoy es Galicia construyeron un castro llamado Astórica. Y sobre ese castro, y también como algo habitual, con el tiempo se levantó una iglesia con el fin de cristianizar territorio pagano.

El templo se mantiene en pie hoy en día, pero por desgracia no es aquel que en los documentos medievales figura como Vila Calvaria, de inspiración visigótica y que había sido mandado levantar en el año 785 por un tal Adilano. En realidad, Adilano estaba creando un monasterio que puso bajo la advocación de san Pablo y san Esteban.

El exterior no refleja esa pasada grandeza, si bien en el interior es posible ver trozos de la primitiva obra. Pero lo que el peregrino deja a su lado en su pasar data del siglo XIX: se conserva, por suerte, una relación de lo que aportaron los feligreses, unos con su trabajo, otros poniendo materiales a disposición de los primeros. En suma, un humilde hito del Camino, pero, eso sí, cargado de historia.

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