San Romao da Retorta, románico y solidaridad


HdC. El Camino está literalmente plagado -¡bendita plaga!- de iglesias románicas. Y en Galicia aún más. El peregrino va andando y se encuentra con capillas y templos un poco mayores aquí y allá, recorra el Francés o cualquier otro. ¿Un ejemplo? San Romao da Retorta, en el municipio lucense de Gundín y, por lo tanto, Camino Primitivo, con su planta rectangular modificada en el XVIII. Pero en ese siglo de bonanza económica en Galicia la construcción no debía de estar en muy malas condiciones porque “sufrió” los arreglos pertinentes y necesarios, pero no más, de manera que la fachada y los canecillos que sujetan el borde del tejado permanecieron intactos, así como los muros laterales.

Es este, pues, un pequeño hito en el Camino que cristianiza una vía romana (un miliario lo recuerda), un cruce de vías. Además, se está convirtiendo en lugar de reposo de los peregrinos. No por el hecho de que abran sus puertas dos albergues, uno público y otro privado, sino porque se detienen respetuosamente en ese cementerio en el cual yace una persona a la que el Camino no olvida. Se trata de María, una joven que a los 20 años fue arrastrada docenas de metros por un coche en el casco urbano de Lugo, vehículo que se dio a la fuga aunque el conductor fue detenido después. María quería abrir un albergue allí mismo, a cien metros de donde yace para siempre, en unos momentos en los que los peregrinos sólo tenían su casa para descansar y pedir un vaso de agua que nunca les negó su familia. Y la solidaridad sí que es otro hito que abarca a todo el Camino y a todos los caminantes.

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