Elena Goyanes. Es una pena peregrinar a Compostela e irse de la ciudad sin llegar a conocer algunas de las cosas que la hacen diferente. Es el caso de la Biblioteca América, situada en el Pazo de Fonseca, sede de la centenaria Universidad de Santiago de Compostela.
La Biblioteca América es de hecho una de las bibliotecas más curiosas de la lengua hispana, fundada en Buenos Aires en 1904 por un emigrante compostelano, Gumersindo Busto Villanueva, “sin subvenciones”, según se aclaraba ya en la época. Se trata de una biblioteca hispanista de las más completas, con la particularidad de que se conformó gracias únicamente a donaciones que, a instancias de su fundador, se iban enviando a Santiago de Compostela. Su inauguración formal tuvo lugar el 26 de julio de 1926.
La Biblioteca América es de hecho una de las bibliotecas más curiosas de la lengua hispana, fundada en Buenos Aires en 1904 por un emigrante compostelano, Gumersindo Busto Villanueva, “sin subvenciones”, según se aclaraba ya en la época. Se trata de una biblioteca hispanista de las más completas, con la particularidad de que se conformó gracias únicamente a donaciones que, a instancias de su fundador, se iban enviando a Santiago de Compostela. Su inauguración formal tuvo lugar el 26 de julio de 1926.
El propio Gumersindo
Busto explica en una carta fechada en Buenos Aires en 1916 y dirigida a Miguel
de Unamuno, que su iniciativa no tenía más “pretensión que proporcionar a mi
tierra elementos necesarios al conocimiento de las cosas de América ya que
Galicia da el mayor contingente de emigración al nuevo Mundo”.
El grueso de la biblioteca
lo componen hoy más de 30.000 volúmenes, algunos muy raros, a los que se añaden
millares de periódicos, folletos de propaganda o mapas; e incluso colecciones
zoológicas, botánicas y de medallas, entre otras.
Buscar libros allí se
convierte en una experiencia fascinante no ya por los propios fondos
bibliográficos sino por el marco en el que se guardan. Contra los muros se
yerguen multitud de estanterías doradas en dos alturas, que parecen vigiladas
por quince bustos también donados, de mármol o bronce muchos de ellos, representación
de los más importantes próceres y figuras latinoamericanas del s.XIX.
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