Visita al torreón de los Andrade


TH. Decir Pontedeume es decir la tierra de los Andrade, una de las más poderosas familias medievales. Fernán Pérez de Andrade, un señor que pasó a la historia como O Bo, hizo, según las crónicas, numerosas obras públicas, entre ellas el puente primitivo que unía lo que hoy es Pontedeume con Cabanas y que fue cruzada por miles de peregrinos. Estes se veían al cubierto de malhechores y otros peregrinos cuando veían en la otra banda el pazo fortificado de los Andradade, llamado Conde.
Ese pazo se fue quedando en ruínas, a pesar de lo cual en 1924 fue declarado monumento histórico-artístico. De nada le sirvió, ya que 10 años después la piqueta acabó con el y hoy en día hai una amplia plaza y el mercado. Tan solo quedó de pié la torre principal que se encuentra rehabilitada y alberga en la planta baja la oficina local de turismo, y en las siguientes una exposición pictórica permanente  y el centro de interpretación de los Andrade. La visita escaleras arriba no es gratis pero la verdad es que merece la pena. Desde lo alto, a 18 metros de altura, se domina todo Pontedeume y el gran estuario en el que río  riega aguas al mar.
Las ventanas góticas de la torre aligeran la masa granítica, ornamentada con un enorme escudo en la fachada. En principio ese escudo no estaba ahí, sino en la pared principal del apzo del Conde, y fue trasladado para que no desapareciera. Está adornado con 18 banderas ganadas en la batalla de Seminara por Fernando de Andrade, cuando el calendario marcaba el año 1503. Destaca la figura de un ángel que dice: NOLITE NOCERE (No hagáis daño).
Volviendo al puente, es obra de 1380 y mide 800 metros de longitud. Tenía nada menos que 79 arcos, y entre el segundo y el tercero se veían en la piedra un oso y un jabalí, los animales totémicos de la casa de Andrade.
Se sabe también que entre los arcos veinte y veintiuno había una pequeña capilla y un hospital para los peregrinos con 12 camas, atendido por una persona. La acusada decadencia de las peregrinaciones hizo que en el XVI sólo tuviese 4 camas, y que en 1841 se destruyera: sus piedras forman parte de la plaza de San Roque.

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