El Santo Grial Gallego

EL MILAGRO DE O CEBREIRO

EG. Como no podía ser menos, en una zona alta (1.109 m. de altitud), montañosa, y hasta no hace mucho casi aislada como ésta, O Cebreiro guarda numerosas tradiciones, historias y leyendas. Podemos casi leerlas en los ojos del gran mastín leonés que con el cuello aún protegido con collar de pinchos para defenderse de las alimañas, aúlla por la noche a todo el que se mueve, aunque sepamos que en realidad es inofensivo para la gente buena. O en el relieve de la Edad de Bronce que se conserva expuesto en la Hospedería de San Gerardo de Aurillac que regenta Pilar, sobrina del que fuera gran cura de O Cebreiro y valedor del Camino, D. Elías Valiño.

Así, si la Santa María, buena talla del siglo XII, es la primera en recibir las oraciones de los romeros; los ojos de todos ellos se vuelven después de un modo inevitable hacia el Cáliz, tan bellamente guardado en estuche de cristal y fondo de terciopelo con color casi de sangre. Efectivamente, es el Cáliz románico, el donado por Isabel y Fernando, los Católicos, en 1486, cuando tras su peregrinación a Compostela conocen de primera mano el Milagro y deciden dignificarlo donando esa pieza, para que pueda ser debidamente expuesto a quien lo quiera contemplar.

A los Reyes se les narró, como se narra hoy, la historia del vecino de Barxamaior Juan Santín y el cura de O Cebreiro allá por el siglo XIV, algunos dicen que del XIII. Y de cómo en una tarde oscura, lluviosa y gélida de invierno el labriego asciende poco a poco la ladera del monte para acudir a la Santa Misa. Y de cómo su esfuerzo a través de la tormenta es despreciado por el monje de Aurillac que iba a celebrar la eucaristía. Y, finalmente, cómo en el momento de la Consagración el sacerdote contempla anonadado la Hostia al convertirse en carne, y el cáliz al convertirse en sangre que hierve.

El padre Yepes contaría de este modo los resultados del Milagro ya entrado el s. XVII: “Yo, aunque indigno, he visto y adorado este santo misterio, he visto las dos ampollas, en una de ellas está la sangre, que parece apenas coagulada, roja como la de un cabrito recién sacrificado, he visto también la carne, que es roja y seca”.

Lo acaecido en O Cebreiro corrió rápidamente por toda Europa, quién mejor que los propios peregrinos para extenderlo. El Milagro fijó para siempre la fama del Santuario, hasta el punto de llegar a ser inspiración de pasajes del Parsifal de Wagner (aunque a mí me ha sido imposible encontrar las referencias); de ocasionar la leyenda del Santo Grial gallego y sus múltiples manifestaciones a lo largo de la historia; o de convertirse el Cáliz en motivo del Escudo y Bandera de Galicia. Todo ello con la certeza de que las tumbas del monje y el labrador protagonistas se pueden visitar, dicen que preparadas por sus coetáneos.

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